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Hola son las tres horas y tres minutos de la madrugada del día 7 de febrero de 2004, en estos momentos y después de darle muchas vueltas a la cabeza y no poder conciliar el sueño, bolígrafo y papel en mano he decidido ponerme a plasmar un montón de ideas que bullen en mi cerebro y que van y vienen y que pocas veces se dejan «atrapar».

Es uno de esos momentos de soledad e intimidad en los que a uno le da por conversar consigo mismo es uno de esos momentos de paz y quietud en la noche donde reina la armonía y a pesar de ello desde lo más íntimo de nuestro ser se revela la necesidad de lanzar un grito al mundo y exclamar ante todos: ¡estoy aquí !. Si, ya se que puedo ser tan insignificante como un grano de arena o quizás como un átomo, pero a pesar de todo ello uno no puede evitar recordar aunque solo sea a base de muy rápidas y fugaces ráfagas mentales, a todos aquellos seres que forman parte o que han formado parte de lo que uno es, unos están aún, otros ya se han ido, pero esto no cambia nada. Es en ese momento cuando brota un fuerte, sincero y puro sentimiento hacia todos esos seres que «visitan» nuestra memoria. ¿Acaso será esta sensación lo más parecido a la felicidad? ¿o tal vez sea la necesidad profunda de amar y ser amado por los demás? ¿o quizás solo sea una mala pasada de mi imaginación? No lo sé. Pero lo que si es cierto es que lo experimentado en el transcurso de estos momentos dedicados a la escritura sobre esta reflexión, me han hecho sentirme muy bien conmigo mismo y sentirme más cercano a otros muchos seres humanos. Estas vivencias son breves y escasas pero ha merecido la pena. Bueno empieza a acosarme el sueño, apagaré la luz e intentaré desconectar mi mente para descansar, hasta mañana.

Autor: José Ramón Álvarez Ruiz-Huidobro