Ante todo quiero dar las gracias a mi profesor de Karate José Ramón, por la oportunidad que me brinda de dirigirme a Uds. Para hablar de la pasión y afán de superación que mueve a todo practicante de karate a lo largo de su continua aprendizaje. Mi particular historia comienza a principios de 1986 a la edad de 9 años, cuando por iniciativa paterna comienzo a recibir clases de karate en el Instituto Virgen de Covadonga de El Entrego.
Tengo un recuerdo muy grato de aquellos primeros años en los que poco a poco se fue consolidando en mi una gran afición por este arte; A lo largo de todo este tiempo el karate me ha formado como persona y me ha transmitido una gran seguridad y confianza en mis posibilidades, además de un gran afecto y amistad por mis compañeros. Por ello nunca podré agradecerle lo suficiente a mi padre, el apuntarme a karate cuando era niño, y por ello animo a todos los padres a que hagan lo propio con sus hijos. Siempre he sido partidario de inculcar a los niños desde pequeños la afición por cualquier deporte en el que se sientan realizados, para así desarrollar mejor su crecimiento.
El karate en los niños despierta sus aptitudes físicas y les inculca, entre otros valores como la amistad y el respeto por sus compañeros y el profesor, el autocontrol de su personalidad y a no hacer mal uso de las enseñanzas recibidas. Con el deseo de que esta exhibición de karate sea todo un éxito de público, solo me queda felicitar a todos los participantes por su exclusiva dedicación en los entrenamientos y a ustedes por su participación en este acto a favor del deporte.
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