Categorías:

Me llamo Víctor y tengo 22 años, practico Karate desde hace 14 años, mi primer año en este bello arte no fue tan bello como debería haber sido debido a que me encontré con un profesor no muy de mi agrado, por decirlo educadamente, esto me hizo querer dejarlo, pero siguiendo el consejo de 2 vecinos y amigos, fui a conocer a un profesor llamado Ramón que por lo que me decían era «la ostia».

Fui a conocerle, vi una clase y la manera de tratar a los alumnos y la relación entre ellos era mucho mas agradable y, francamente, a un niño, como era yo por aquel entonces, lo que le interesa es pasarlo bien y no tener a un profesor «cara perro» que sólo atiende para los que, a su manera de ver, podrían ser buenos karatekas.

A sus ojos sólo podrían ser buenos karatekas aquellos con cualidades para la competición, si se me permite una opinión personal yo diría que es porque quiere ver en sus alumnos todo lo que el no tiene.

A la semana siguiente de hacer la visita al nuevo profesor comencé la practica en su gimnasio, a pesar de que yo era un niño muy tímido enseguida me hice amigo de los compañeros. Con el paso de los años los compañeros fueron evolucionando a amigos hasta el punto de poder decir que mis mejores amigos los hice «a puñetazos». Otra evolución notable fue la de Ramón que pasó de ser simplemente mi profesor de karate al que veía 3 horas a la semana a ser un maestro con el que ir a cursillos y finalmente a ser un Sensei-Amigo, una persona a la que se la tiene el máximo respeto dentro del tatami y la mayor confianza fuera de éste, pudiendo ir con el tanto a hacer un kangeiko (entrenamiento de espíritu) como a una cena o a tomar unas botellas de sidra no como si fuese uno mas de los compañeros sino siéndolo.

Esas no fueron las únicas evoluciones que pude apreciar, ya que fui notando una evolución personal, esta evolución es difícilmente descriptible es una sensación de bienestar que se siente durante y después de las clases y que sin duda alguna experimentan todos aquellos que un buen día se quitan de encima esos prejuicios de el que dirán o el que pinto yo ahí. Además de esta sensación que menciono también noté un cambio en mi salud, ya que yo de niño me ponía enfermo muy fácilmente, me tiraba largos periodos en el hospital y desde que empecé la practica del karate las veces que he tenido que asistir al medico se cuentan con los dedos, puede ser que esto sea una mera casualidad, pero yo no lo creo así.

En todos estos años de karate fui superando las metas que me iba marcando, saqué el 1er Dan por la Federación Española de Karate, luego con una gran ilusión me presenté y aprobé el curso de preparadores organizado por la Federación Asturiana de Karate y ahí fui conociendo algo hasta aquel momento desconocido para mi, porque si bien aprendí cosas muy útiles de buenos entrenadores (atención que digo entrenadores y no maestros) también empecé a ver algunas cosas que no eran de todo mi agrado.

Unos meses después viajamos a L’Eliana un grupo de alumnos con mi profesor a asistir a un cursillo del Sensei Kase (a este no le llamo entrenador, por algo será esa distinción) allí nos examinamos unos cuantos compañeros para 1er Dan de la, por aquél entonces, World Karate Shotokan Asociation (WKSA) que a día de hoy recibe el nombre de Shotokan Ryu Kase Ha (SRKH) y fui descubriendo una manera de trabajar y de ser de las personas que aunque, como en todos sitios, hay gente que merece la pena y gente que no, al realizar el balance éste me resultaba mas positivo que en el de la FAK, ya que su objetivo en el karate es mas parecido al que yo tengo que el de la federación.

Ahora he obtenido el 2º Dan por esta asociación y a todos aquellos que piensen que estos grados no tienen validez alguna (ya que no sería la primera vez que me lo dirían) les puedo decir que la validez que tiene el grado es la que tu mismo le des.

A día de hoy entreno cuando el trabajo y los estudios me lo permiten, sin estar afiliado a nadie excepto a mis amigos y a mi mismo.

Para quienes puedan pensar que estas ideas que tengo están inculcadas por mi Maestro (ahora si que digo Maestro) después de haberme hecho un lavado de coco les quiero decir con mi mayor afecto y amabilidad: PIENSA EL LADRÓN QUE TODOS SON DE SU CONDICIÓN.

Víctor

Comentarios cerrados