En este apartado se pretende reflejar un poco mi manera de interpretar y sentir la idea del Karate-Do como una práctica que va más allá del deporte pero que no está en contra del deporte, sino que da más importancia al aspecto educativo, formativo y filosófico que al aspecto deportivo. Supongo que mi forma de pensar coincidirá con la de mucha gente y que también habrá mucha otra gente que opine de forma diferente.
Personalmente creo que las dos formas de práctica e interpretación son válidas y pueden y deben coexistir, pero no debemos olvidarnos del origen, la tradición y de los verdaderos valores del Karate-Do.
Si ahondamos en la definición de la palabra tradicional, esto viene a ser lo habitual, lo ancestral, lo que se nos ha legado de las generaciones anteriores, etc. De esta manera tenemos danzas tradicionales, cocina tradicional, pesca con artes tradicionales, y un largo etc. Que hacen referencia a las costumbres, ritos y formas de vida de cada pueblo, cultura, etnia o nación, que por otra parte y a lo largo de la historia han sufrido evoluciones constantes. Por lo tanto al hablar de Karate-Do tradicional debemos de hilar muy fino, pues hay diversos estilos, con orígenes comunes pero con características diferentes según el lugar de procedencia, maestro que creo el estilo y otros muchos condicionantes. Por esta razón me atrevo a afirmar que hay muchas formas de Karate tradicional, tantas como estilos originarios de los diferentes puntos geográficos de Okinawa y por que no de Japón (aunque estos sean más modernos), porque todos ellos tienen una raíz, unos fundamentos y un desarrollo. A saber, Uechi-ryu , Soryn-ryu, Goju-ryu, Wado-Ryu, Shito-ryu, Shotokan-ryu, Shotokai, Kioku-shin-kai, etc.
Este es el motivo por lo que nadie debe de atribuirse en exclusividad la paternidad y la práctica del Karate-Do tradicional, pues más que algo relativo a una determinada forma de práctica de los aspectos físicos y técnicos (que todos los estilos poseen los suyos) se refiere más a una idea de práctica mental, espiritual y emocional.
Sería por tanto impropio y descortés que un practicante de un estilo determinado le dijera a otro practicante de otro estilo que su estilo es mejor por que es tradicional y el suyo no. Al final lo importante en la práctica y en la enseñanza del Karate-Do no es el estilo, ni siquiera el hecho de hacer una práctica deportiva o marcial, sino de hacer un enfoque personal correcto que ayude a los practicantes a crecer y evolucionar como seres en perfecta armonía consigo mismo y con los demás.
Autor: José Ramón Álvarez Ruiz-Huidobro
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