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Publicado en la revista: CINTURÓN NEGRO BUDO INTERNATIONAL, AÑO XIX Nº 206

Para todos nosotros, los que en algún momento de nuestras vidas hemos iniciado el camino de las artes marciales y en mi caso específico el karate do, más tarde o más temprano nos hemos dado cuenta de que este arte estaba siendo «gestionado» por un tipo u otro de organización. En el más numeroso de los casos por las federaciones deportivas, pues estas son las que en un principio gestionan el ámbito deportivo del arte marcial. También se ha observado que existen a nivel tanto nacional como internacional un sin fin de organizaciones mas o menos prestigiosas y cuyas finalidades buscan un enfoque diferente al de las federaciones deportivas. La Real Federación Española de Karate, a la cual llevo adscrito desde hace un montón de años, treinta para ser más exactos, ha sido y es la principal artífice, la promotora e impulsora del gran desarrollo y auge que el karate ha obtenido actualmente en nuestro país. A ella también debemos los grandes logros que en el ámbito deportivo a nivel europeo y mundial se han conseguido. Siendo considerada, respetada y una de las más fuertes del mundo. Personalmente y aún con los problemas que puedan existir, me considero una persona perfectamente integrado dentro de este sistema federativo, aunque no es la única alternativa que contemplo.

Una vez mencionado esto también quiero añadir, que la federación está haciendo un único y exclusivo enfoque hacia la competición deportiva, lo cual hace doce o más años no representaba ningún problema porque los gimnasios estaban de bote en bote, era el auge del karate do y tanto profesores como federación estaban contentos, los unos por los ingresos que sus alumnos o atletas les proporcionan y que les permitía vivir y los otros porque había un gran número de licencias que permitían financiar eventos deportivos. Hoy día y ya desde hace unos años, esta única política en relación a karate do, lo que está consiguiendo es que un gran sector de practicantes, abandone pues no ven satisfechas sus demandas e inquietudes, diferentes éstas de las que puedan tener los grupos que si son competidores y que están en disonancia evidentemente con las directrices marcadas por la federación. En ese sentido cada profesor dentro de su «dojo» o gimnasio, me imagino que habrá intentado corregir sus planteamientos para evitar la pérdida de alumnos, sobre todo si este pretende vivir del karate do. Si no hay alumnos no es bueno para los profesionales, pero tampoco para las federaciones. Creo que algo hay que cambiar dentro del sistema, sino este se autodestruirá. El uno de julio de 2006 he obtenido por examen, el grado de sexto dan, llevo dedicado a la enseñanza veintiún años y creo que conozco un poco ciertos problemas que hoy día afectan, tanto a federaciones como a profesionales, el más acuciante la gran disminución de licencias con respecto a épocas anteriores. Hablando con compañeros de distintos puntos de nuestra geografía, existe una preocupación generalizada por el problema que supone esto para quienes vivimos profesionalmente de la enseñanza del karate do. Es frecuente el comentario de compañeros que abandonaron la enseñanza después de un montón de años, gente con muy altos grados (quinto y sexto dan) , gente que lo ha dado todo por el karate do, porque esta no generaba suficientes ingresos para poder vivir. Teniendo que dedicarse por lo tanto a otras actividades.

También he observado sin embargo que gente en ocasiones con menor rango en karate (segundos, terceros y cuartos danes), tienen sus centros a fecha de hoy con mucha gente, cuando digo mucha gente no me refiero a ciento y no se cuantos alumnos, sino a un amplio grupo que permita generar unos ingresos dignos que nos permitan vivir. Este fenómeno puede ser debido a muy diferentes causas, vamos a exponer algunas de ellas

Culturales

Mala imagen del karate do, los niños y muchos padres lo ven como algo violento, a causa de las películas de artes marciales, video juegos, etc. Además de esto, las instituciones públicas, los medios y los colectivos de profesionales ofrecen sesgada o nula información que pueda anular la anteriormente citada. Como mucho en estos ámbitos sólo se informa de los campeonatos y de la clasificación de tal o cual club. Esto es necesario y lícito, pero a todas luces insuficiente. Debemos de «vender» el karate do, además de cómo un deporte, como una disciplina educativa, como proyecto de salud, de integración social, de superación, de autonomía personal, de adquisición de principios y valores, de bienestar, y de «bien ser». En definitiva de una mayor calidad y cualidad de vida a través de la práctica continuada (karate do para todas las edades). Debemos de proponer la organización de eventos tales como charlas, conferencias, donde intervengan los profesionales y además consigamos involucrar a los medios de comunicación, personalidades de la política local (alcaldes, concejales), médicos, psicólogos, etc. creando así foros de participación donde se valoren desde otros puntos de vista las aportaciones de nuestro arte o disciplina a la sociedad. No yendo a desembocar siempre y como única alternativa al mundo de la competición.

Personales

Entre ellas, el desánimo, falta de interés, pérdida del entusiasmo, un enfoque unidireccional erróneo, falta de crecimiento personal (estudio, práctica continua, investigación) paralelo a la obtención de grados, titulaciones varias etc.

Sociales

Como lo es la competencia desleal, ese grupo de gente para la cual la enseñanza del karate, sólo representa una forma de obtener unos ingresos extras. Algunos de éstos, no todos, no pagan impuestos ni cotizan un seguro específico para ejercer dicha actividad. Con lo que por regla general, les da lo mismo hacerlo mejor o peor, ya que tienen asegurado su medio de vida. Resumiendo, no son buenos profesionales, pues solo les mueve el interés económico y no la vocación. No incluyo aquí a esos trabajadores del karate que aún teniendo otra profesión lo hagan con honestidad, con ilusión y estén al día en pago de impuestos, seguros etc.

También quiero añadir que hay algunos que aún siendo «profesionales», es decir que viviendo exclusivamente del karate do como profesión, han perdido la frescura, el entusiasmo y la motivación por enseñar y ejercen su trabajo con apatía, abandono y en general hacen una práctica perniciosa para el karate do y para sus propios alumnos. Por lo tanto, dentro de la connotación de profesional, deben de cumplirse tres requisitos imprescindibles a mí entender: tener vocación, integridad y estar dentro del marco legal para poder ejercer.

Conceptuales

El karate como deporte es lícito y debe de existir, pues ha ayudado a difundir el karate do a nivel mundial pero debe de convivir con el karate arte o disciplina educativa, las dos ideas deben de coexistir, pero nunca el deporte debe de suplantar al arte o forma de vida.

De integración organizativa

Todos sabemos que hoy en día, numerosos grupos humanos practicantes de karate do, gente que lleva muchos años en esto, se han apartado de la Federación Española de Karate por diferentes motivos, integrándose en otro tipo de organizaciones. No por ello han dejado de tener alumnos, ni de vivir del karate, organizar sus campeonatos, sus exámenes, cursos de formación etc. en el ámbito de sus organizaciones. Me imagino que muchos de ellos se han sentido poco considerados o bien han juzgado que era más lo que daban que lo que recibían. Es un fenómeno difícil de evaluar y más complejo de lo que parece, en cualquier caso no es mi intención hacer una valoración, sino reflejar una realidad innegable. Todos estos datos invitan a la reflexión por parte de aquellas personas con responsabilidades y con autoridad dentro de las federaciones y cuyo objetivo es aglutinar o integrar al mayor número posible de técnicos de prestigio y con experiencia en aras de llevar al karate do por el mejor de los derroteros. Son bastantes los que se han ido y detrás de ellos su grupo, otros quizás ya se lo estén pensando, está muy claro que las federaciones tendrán que «mover ficha», sino el tema se les irá de las manos.

Conclusión

Los que vivimos exclusivamente del karate do seguimos tirando fuertemente del «carro», pero sobre todo de «nuestro carro» pues de ello depende nuestra subsistencia. Nuestro prestigio como «maestros», como formadores de personas o preparadores de atletas, según en que casos, no va a depender de si estamos en una u otra organización, sea esta la federación o cualquier otro grupo. Sólo dependerá de nuestro esfuerzo personal, de nuestro trabajo, de nuestra dedicación, de nuestro empeño en el día a día y de tener una idea muy clara de aquello que consideramos lo mejor para la mayoría de nuestros alumnos y no exclusivamente para un pequeño grupo elitista.

Las federaciones deportivas muchas veces se pasan «tres pueblos» hay que darles un tirón de orejas y recordarles que todos formamos parte de ellas, no sólo aquellos grupos de gente que están ocupando cargos dentro de la misma (seleccionadores, directores de grados, directores de arbitraje, técnicos de las escuelas autonómicas de preparadores, etc.), a los que por supuesto hay que reconocerles y agradecerles la gran labor que están llevando a cabo, pues en la mayoría de los casos lo hacen de forma altruista. Lo que pretendo decir es que no existan «vacas sagradas». Que todo el mundo se sienta considerado y respetado, hablar con los técnicos, pedir opiniones, comparar puntos de vista, fomentar reuniones donde cada cual pueda expresar sus inquietudes, elaborar proyectos comunes y en definitiva actividades que paralelamente a las competiciones fomenten la «cultura del karate do», no sólo el deporte del karate. De no ser así, vamos a pensar que sólo estamos para pagar religiosamente las reafiliaciones, las licencias, las tasas de examen etc. y que la mayoría de componentes de un colectivo está generando un dinero que sólo revierte en una muy pequeña parte del mismo.

Las organizaciones, en teoría, son grupos alternativos cuya búsqueda diferenciadora en cuanto a planteamientos técnicos y al desarrollo del karate do tiene su propia identidad. Estas hacen una propuesta en una línea más romántica de karate do, intentando preservar los principios filosóficos, técnicos, tácticos y la tradición, cada uno dentro de su estilo. Intentando buscar la pureza de la técnica y la esencia del arte como desarrollo de Budo. Esta es la parte positiva, y es la forma y búsqueda de karate do con la que me identifico plena y personalmente. Dicho esto, también conviene recordar que algunos de estos grupos funcionan como pequeños reinos de taifas, donde nadie se mueve sin permiso del jefe, tienen unas estructuras completamente herméticas, donde como señores feudales no consienten a nadie disentir de las directrices que marcan «los señores de la guerra». Aprovechándose e intentando dogmatizar a todo aquel que se acerca de forma sincera, romántica e idealista. A menudo algunos de sus «adeptos» que no es lo mismo que alumno o discípulo «comulgan con ruedas de molino». Esta es la parte negativa.

Sobre todo lo expuesto con anterioridad, debemos de reflexionar y obtener una conclusión:

Las Federaciones controlan, dirigen y gestionan una parte del karate (el deporte), dándole un rango de oficialidad y de seriedad, a través de la obtención de grados y demás titulaciones (monitor, entrenador, etc.). En el ejercicio de esa gestión cometen fallos, muchas veces estamos en manos de burócratas que solo escuchan y obedecen a quienes les han puesto en el «sillón», haciendo caso omiso de cualquier propuesta que aún siendo de interés para el colectivo del karate do, no provenga de quienes «cortan el bacalao» por miedo a perder el puesto. Recordémoselo y hagamos grupos de presión para que de forma seria y responsable se intenten corregir los mismos si no quieren que más grupos se bajen del barco.

Las organizaciones ofrecen estructuras organizativas con muy buenas expectativas a nivel técnico debido al gran prestigio, el carisma y a los conocimientos de los maestros que las dirigen, respetémosles, aprendamos de ellos todo lo que podamos, mostrémosles nuestro agradecimiento, nuestra humildad, pero siempre desde una posición de libertad de acción y de pensamiento. Actualmente y cada vez más vivimos en un mundo abierto, donde hay plena libertad para asociarse a cualquier tipo de organización. Donde las tecnologías y la comunicación (Internet) hacen que la información no tenga barreras y llegue a cualquier punto del mundo. Esto propicia que la gente con inquietudes en karate do, se relacione con grupos afines a sus expectativas y donde cada vez es más difícil engañar o poner cortapisas a instructores y practicantes, pues estos están mucho más preparados e informados. Mejoremos karate do entre todos, no nos dejemos engañar por «cantos de sirenas» sigamos trabajando fuerte en el día a día, eso nos dará la fuerza, expresemos nuestras opiniones con respeto, pero sin miedo, sin el seremos más libres, si somos más libres seremos más felices y este es un derecho irrenunciable del ser humano.

Autor: José Ramón Álvarez Ruiz-Huidobro

Instructor, sexto dan de karate do

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